• Escrituras

    Lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad

    Durante las últimas dos décadas, uno de los problemas éticos más perdurables en las tradiciones cristianas es la diversidad sexual. Para muchos cristianos, una de las primeras preguntas más frecuentes sobre este tema es: «¿Qué dice la Biblia sobre la atracción por alguien del mismo sexo?».

    Aunque es poco probable que los autores bíblicos tuvieran alguna noción de orientación sexual (por ejemplo, el término homosexual ni siquiera se acuñó hasta finales del siglo XIX), para muchas personas de fe se busca en la Biblia una guía atemporal sobre lo que significa honrar a Dios con nuestra vida; y esto ciertamente incluye nuestra sexualidad. 

    El estudio de la interpretación bíblica se llama hermenéutica y nos ayuda a abordar preguntas sobre la misma. La hermenéutica es lo que hacemos cuando tomamos un texto y preguntamos no solo «¿qué dice esto», sino «qué significa esto?» Al preguntar: «¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad» (o, más apropiadamente, «qué dice la Biblia sobre la atracción hacia alguien del mismo sexo»), nuestra tarea es explorar qué significan los pasajes bíblicos relevantes sobre el tema en su contexto original y lo que significan para nosotros hoy. Más específicamente, estamos buscando determinar si los escritores bíblicos estaban condenando prácticas específicas relacionadas con la sexualidad en el mundo antiguo, o si de hecho estaban condenando todas las relaciones entre personas del mismo sexo de cualquier tipo por el resto del tiempo.

    Para muchos evangélicos y otros cristianos conservadores, la respuesta a esta pregunta es «sí». Su interpretación es que las relaciones entre personas del mismo sexo no pueden reflejar la intención creativa de Dios. Su razonamiento incluye, pero no se limita a, 1) lo que siempre se les enseñó fue una interpretación “imparcial” de los pasajes relevantes y 2) una creencia fundamental de que la diferenciación sexual es una parte indispensable del matrimonio cristiano. Esto último es de tremenda importancia, porque según el Nuevo Testamento, el matrimonio es un símbolo principal del amor entre Cristo y su amada «novia», la iglesia. Para ellos, las parejas del mismo sexo (y las personas solteras para el caso) quedan excluidos de la participación en este símbolo de manera única debido a que no logran realizar una o más dimensiones de una categoría a menudo vaga a la que se hace referencia como «complementariedad de género». 

    Si bien los seis pasajes que abordan el erotismo entre personas del mismo sexo en el mundo antiguo son negativos sobre las prácticas que mencionan, no hay evidencia de que estos se refieran de alguna manera a las relaciones amorosas y mutuas entre personas del mismo sexo. Por el contrario, la cantidad de datos culturales, históricos y lingüísticos que rodean cómo operaba la sexualidad en las culturas de los autores bíblicos demuestra que lo que se estaba condenando en la Biblia es muy diferente a las parejas comprometidas entre personas del mismo sexo que conocemos y vemos hoy.

    A fin de cuentas, es importante recordar que a lo largo de la historia de la iglesia, la nueva información sobre las personas y el mundo ha llevado con frecuencia a los cristianos a reconsiderar sus creencias. Esto no tiene por qué ser una razón para desconfiar de las Escrituras, sino más bien debería servir como una invitación a luchar con los contextos de los escritores bíblicos y nuestras propias experiencias vividas. Tal como está hoy, hay millones de cristianos fieles en todo el mundo que han llegado a reconocer la obra de Dios en y a través de las relaciones de las personas LGBTQ.

  • Fundamentos

    Y por todo esto, Dios ama a los gays…

    Como las generalizaciones no son buenas, y como se dice popularmente, no hay que meter a todo el mundo en el mismo saco, hay que decir que entre las personas que profesan el cristianismo, hay toda clase de opiniones en cuanto a la homosexualidad, por suerte para nosotros como sociedad. Aunque los fundamentos de esta religión desde luego no aceptan ni aprueban el sexo entre personas del mismo género, y eso es algo real, la gente que se considera cristiana tiene por suerte distintas percepciones de cómo afrontar esto.

    Comprenderás que, como creador de este blog, esté con todos aquellos que son tolerantes, que es lo menos que se puede pedir; y por supuesto, aquellos que, siendo homosexuales o no, aceptan a todos los demás cristianos como son y con los pensamientos y sentimientos que cada uno tiene. Y a los que no lo son, bueno, aquí traigo unas cuantas de razones por las que deberían cambiar un poco la percepción de este asunto, porque ¡amigos, de seguro Dios ama a los gays!:

    -El término «homosexual» no apareció hasta 1892: Puede que hayas escuchado por ahí alguna traducción moderna de la Biblia en la que aparezca el término como algo rechazable por los preceptos de Dios, pero es imposible que en la redacción antigua apareciera. Así que, aunque el cristianismo rechaza tanto las relaciones sexuales del mismo género como la lujuria, no podría sustentarse en ningún escrito que recharaza explícitamente la homosexualidad.

    -El celibato es un don, no un mandato. Con respecto a las palabras de algunos jerarcas de la Iglesia que ordenan más que animan a los gays a no mantener relaciones sexuales, hay que decir que el celibato es una opción personal, que busca adorar a Dios imitando a su hijo Jesucristo, y no complacer los mandatos de algunos integrantes de la cúpula del cristianismo.

    Sodoma y Gomorra no era tierra de homosexuales. El término sodomía proviene del nombre de esta antigua ciudad nombrada en el Viejo Testamento, que se supone destruida por Dios por estas prácticas antinaturales. Pero en realidad estas ciudades se ganaron la furia de Dios por practicar toda clase de vicios y delitos, no sólo el exceso sexual, ni concretamente la homosexualidad.

    -Las prohibiciones del Levítico no se aplican a los cristianos. El Levítico condena las relaciones sexuales entre hombres del mismo sexo, pero todo el código de la ley del Antiguo Testamento nunca se ha aplicado a los cristianos tras la muerte de Jesús, puesto que las bases del cristianismo son sus enseñanzas y los escritos del Nuevo Testamento. El Levítico también condena comer carne de cerdo, conejo o mariscos, rapar el pelo a los lados de la cabeza y tener relaciones sexuales durante el período menstrual de una mujer, cosas que ningún cristiano tiene prohibidas.